Cautivo y admirador perenne del viento, una vez más "el enviado" se dispuso a enfrentar los aires del norte y dejarse llevar por la majestuosa brisa del plan divino. En ese sentido nunca se había sentido seguro de si mismo, de su destino o del control de los cambios que sucedían precipitadamente,sin embargo, se sentía parte de algo importante, de un fin aún indescifrable que lo llevaría a enfrentar grandes desafíos y el desarrollo de acciones de gran impacto social y humano...eso era lo que pensaba , pero con mayor ansias soñaba. Durante el viaje pudo contemplar paisajes y escenarios que en algún momento fueron cotidianos y hasta rutinarios; la remirada le permitió contemplar y vislumbrar la belleza de los detalles, toda esa gama de colores y formas que se esconden temerosas del tiempo y del peregrinar mecánico de los entes. Sumergido en todos estos pensamientos no se dio cuenta de su arribo al emporio de hormigón....el cambio radical del paisaje lo perturbó, el alienamiento de los seres y las formas era brutal; el contexto armónico y espontáneo de la naturaleza estaba sepultado e intervenido por un mar de ideas inconclusas e inconexas de mentes atribuladas por el concepto generar y no crear-....el enviado estaba ahogado con esta invasión visual. Incierto y temeroso, dudó de si la decisión era la más acertada. En ese espacio tiempo, ensimismado en sus reflexiones ansiosas llegó a un reducto algo distinto a lo que había observado en su llegada; no distaba mucho de la esencia pero tenía una particularidad, emanaban dos rosas hermosas y amigables. Retraído y confuso se animó a compartir con este par de seres, anómalos a su entorno, algunas de palabras amables; la retroalimentación no se hizo esperar y dejó cautivo al enviado...aún no puede dejar de admirar este par de simbolos de cordialidad y espiritualidad....en definitiva , pensó musas e inspiraciones existen en todos los ambientes por más áridos que sean en su estructura...
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